Ya han pasado 9 meses de la operación

Es díficil describir cómo me siento sin pecar en el tremendismo o en el optimismo. La realidad es que estoy mejor que el día después del accidente, pero peor que el día antes, así que puedo elegir entre estar contenta e ilusionada o triste y desamparada.

Durante estos últimos tres meses he aprendido mucho. Da igual lo que tengas, lo que te duela, lo incapacitado que te sientas, lo incapacitado que realmente estés, tienes que armarte de valor, seguir para adelante, nadie puede ayudarte, sólo tú. Es fundamental aceptar tus limitaciones, convivir con tus dolores, no luchar contra ellos. Tu vida no es normal, ni puede que lo sea ya nunca más, pero es lo que hay.

Los médicos, fisioterapeutas, rehabilitadores, etc., están ahí para intentar poner su conocimiento a tu servicio, si te funciona se sentirán bien, orgullosos de ellos mismos, si no, te harán sentir culpable, dudar de ti. No hay que tomárselo a mal, es su mecanismo de autodefensa, a nadie le gusta fallar.  Los medicamentos no sirven, al menos en mi caso, mitigan un poco el dolor a costa de reducir mis capacidades, así que no me valen.

Exteriorizar nuestro sufrimiento tampoco sirve de mucho, sólo que los demás nos tengan lástima, nos cataloguen de «quejica», o simplemente se cansen de nosotros. Yo también me canso de mí, veo que pasa el tiempo y que no tengo una mejoría que me permita llevar una vida normal.  ¿Qué es vida normal?, depende de la percepción de cada uno. Para mi es poder hacer las cosas sin que sea un esfuerzo extremo, con dolor insoportable, por ejemplo, dar un paseo para mantenerme activa durante media hora lo es, no lo puedo hacer relajada, disfrutando, cada pisada la siento en mi espalda, en mi pierna izquierda, en mi planta del pie, una tortura. Lo bueno es que a pesar de eso lo hago, no hacerlo, no intentarlo, es aún peor…

Ahora estoy desesperanzada, no rendida, eso no, pero veo que mi cuerpo ha tocado fondo y no da para mucho, ni creo que mejore en un tiempo razonable. La radiculopatía izquierda sigue, a medida que estoy más activa, se vuelve más intensa, al igual que el dolor de las lumbares, para colmo, también está dando problemas el pinzamiento del nervio cubital en el codo,  más en el del brazo izquierdo. En fin, que mi cuerpo no acompaña a mi mente, yo quiero hacer cosas, pero mi cuerpo no se lo permite.

Me alegro de todas las cosas que ya hago, a pesar del dolor, son muchos los logros. Vivo en una batalla diaria entre mi cuerpo que se queja de dolor, que incluso me bloquea los músculos y mi mente que lo intenta ignorar. Cada día me levanto poniendo el contador de la paciencia a cero, da igual cuanto me duela, cuanto me frustre, si sólo puedo andar o montar en bici estática  10 minutos está bien, si son 20 mejor, si alcanzo los 60, todo un logro,  sé que vendrán dos o tres días malos, he forzado demasiado la máquina. Si la pierna se me tuerce hacía a dentro y se bloquea, no pasa nada, se pone bien, se le habla con mimo y cuando ella quiera se continúa, cómo cuando pierdo el equilibrio, un tambaleo y a seguir hacia delante.

Tal y como estoy se puede vivir, pero no se puede hacer vida normal, es así de duro.

Mañana tengo cita con el rehabilitador, antes me hacia ilusión, pensaba que me diría, me mandaría algo que me ayudaría a mejorar, que comprendería mi sufrimiento e intentaría darme ánimos. Hoy sé que no, soy una más de los miles de pacientes que ve aquejados con algún problema, seguramente no soy una de las que esté peor, ni tampoco de las mejores. Si con todo lo que ya he hecho no he mejorado, la cosa no va de varita mágica, es algo complejo y díficil de resolver, sólo es cuestión de tesón, de poner y hacer todo lo que esté de mi parte para intentar mejorar, y de esperar que pase el tiempo que según dicen todo lo sana, o al menos creerlo, como cuando de niña creía en los Reyes Magos.

1 comentario en “Ya han pasado 9 meses de la operación”

Deja un comentario