Comprendiendo el dolor

En este quinto aniversario del blog quiero dedicar esta entrada a Ángeles que también sufre dolor crónico. Ella siempre está ahí apoyándome y ha sido la que me ha animado a leer el libro: “Explicando el dolor” del que voy a hablar en este post, qué he llamado deliberadamente “Comprendiendo el dolor”, algo que indican en el libro. Inciden en que no sólo hay que leerlo, hay que comprenderlo e interiorizar todo lo que explican para intentar ganar calidad de vida. Aunque es un libro “antiguo”, la edición que me he leído es del 2010, explican cosas que muchos profesionales sanitarios aún desconocen sobre el dolor y el porqué de su cronificación.

Personalmente su lectura no me ha aportado nada nuevo, son ya demasiados años de experiencia. Me he leído algún que otro libro sobre la temática, consultado un montón de páginas web dedicadas al dolor crónico e incluso he realizado cursos online gratuitos sobre dolor crónico. Todo lo he hecho siempre intentando comprender y aplicar los consejos a mi caso particular. Sin embargo, pienso que es un buen libro y voy remarcar en esta entrada aquellos aspectos que creo son destacables, ya que comparto qué comprender la fisiología del dolor cambia la manera de enfrentarse a él, pues se entiende el porqué de lo que te ocurre y te ayuda a perderle el miedo, ya que dolor y daño no van de la mano, estoy convencida de ello. Aunque no se consiga paliar el dolor o hacerlo más llevadero, como me está ocurriendo a mí, sí que se consigue ganar algo más de funcionalidad, o no perder la que aún se tiene.

Tu dolor es real, responde a lo que tu cerebro considera como amenaza tras evaluar muchas señales sensoriales que le llegan del sistema de alarma de nuestro cuerpo (red neuronal), pero el dolor que experimentas para nada corresponde con el daño que tengas, no hay relación directa entre dolor y daño. En el libro se muestra algún que otro ejemplo para validar esta afirmación. Puede haber dolor sin daño, o que el daño esté en el propio sistema de alarma, porqué no funcione bien, debido a que se ha hipersensibilizado o que esté lesionado, lo que hace que funcione incorrectamente. Personalmente creo que en el caso de hipersensibilización se pueden beneficiar más de las recomendaciones del libro y ver reducido el dolor por la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del sistema nervioso para cambiar, con ello reducir la sensibilización y por ende dejar el cerebro de informarte de que hay algún problema, amenaza, en definitiva dolor.

En el libro ponen de manifiesto que aunque se suele encontrar muchas ilustraciones en consultas médicas de huesos y articulaciones que sirvan de apoyo para justificar la lesión y el porqué del dolor, se suelen olvidar de los nervios periféricos que son los que conectan al cerebro y la médula espinal con el mundo exterior, por lo que es muy importante tenerlos en cuenta cuando se dañan o funcionan incorrectamente. Ponen de ejemplo, para que seamos conscientes de ellos, al nervio cubital, ¡cuánto me suena!. En todos los nervios periféricos en su entrada a la médula tienen un engrosamiento, conocido como Ganglio de la Raíz Dorsal (GRD), siendo este el primer lugar en dónde se evalúa y modula la información recibida de un determinado nervio, le llaman el mini cerebro. El GRD es muy sensible, por ejemplo, si hay una lesión en esa zona puede hacer que tu cerebro informe de dolor, es decir amenaza en alguna zona de tu cuerpo, sin que analgésicos potentes puedan aliviarlo, pero a veces puede estar comprimido y sin embargo la persona no haber percibido ningún tipo de dolor, según se ha visto en autopsias de cuerpos donados. Lo justifican aludiendo a que la compresión fuese progresiva a lo largo tiempo y el cerebro no lo percibiera como una amenaza, por lo que no sólo afecta que haya lesión también la forma en la que ésta se produce. ¡Complejo el maldito dolor!

Imagen de https://www.significados.com/sistema-nervioso/

En ninguna consulta médica me explicaron el dolor de origen nervioso – hay que tener cuidado con usar este término ya que la gente lo asocia a un problema psicológico o psiquiátrico, mejor usar neuropático -, al contrario, me hicieron sentir que lo que yo les relataba era una película de ciencia ficción. En el libro cuentan exactamente lo que he explicado en numerosas ocasiones: moverme o mantener una postura hace que el dolor se incremente y ya no pare. Afirman que por supuesto no te estás volviendo loco, simplemente los nervios están cometiendo un error. Hay mucha gente con nervios comprimidos, alterados y dañados que no presentan síntomas. Esto último me hace sentir muy mal, entonces yo por qué sí, ¡en qué me estoy equivocando!, pero añaden que en la mayoría de los casos es el cerebro el que está haciendo que se sensibilicen, entiendo que puede que no, que también sea el propio nervio el que funcione mal y se retroalimente, me agarraré a eso.

La cuestión es cómo afrontar la vida con dolor. En este sentido el libro, además de buscar el apoyo y la ayuda en profesionales sanitarios, aboga por un afrontamiento activo en el que uno aprenda sobre su problema, busque maneras de moverse, explore y empuje poco a poco los límites de su dolor, se mantenga positivo y haga planes. Muy fácil de decir y harto complicado de llevar a cabo, pero no se quedan ahí, sólo en recomendaciones, también explican cómo llevarlas a cabo. La clave está en una exposición rítmica y gradual. Es el primer libro en el que dan valor a los minutos, es decir, si uno sólo es capaz de andar 3 minutos en llano, buenos son, lo importante es llegar al compromiso contigo mismo de hacerlo siempre, independientemente del estado de ánimo, para así hacerle ver a tu cerebro que las amenazas que el piensa que hay, no son tales. Yo he aplicado lo recomendado en el libro, incluido el cuerpo virtual, incluso lo cuento en algún post mi exposición gradual (¡del 2017!), por desgracia, aunque sí he ido conseguiendo más funcionalidad a lo largo de los años, no puedo hacer vida normal, el dolor sigue siendo incapacitante, y últimamente cada vez soy capaz de hacer menos. Dicho esto, no lo uso para justificarme y no hace que deje de hacer lo que debo, y recomienda en el libro, intentar que la orquesta de mi cerebro deje de tocar la melodía del dolor, o al menos, que no se apropie tanto de mi voluntad, ya que ni siquiera Neuri, qué modifica algo esa melodía, hace que esta sea más llevadera.